miércoles, 13 de enero de 2010

PICO Y PLACA ALCALDE: ES HORA DE QUE NOS ENTENDAMOS

“Hace ciento treinta años, después de visitar el país de las maravillas,
Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés.
Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo,
le bastaría con asomarse a la ventana”.
Eduardo Galeano


Este año se cumplen doscientos años del natalicio de Charles Darwin, el padre de la Teoría de la evolución, quien indagando sobre el origen de las especies nos enseñó que “la lucha por la existencia es inevitable debido a la rapidez con que todos los seres orgánicos tienden a multiplicarse”. Parece que en homenaje a él y en contravía con sus ideas, en Bogotá continuamos buscando soluciones al problema de la contaminación del aire y la movilidad en la ciudad, desdeñando las experiencias que otros han realizado en lugares diversos y nos negamos a aprender de sus aciertos y fracasos. Bueno, puede ser que estemos inaugurando, con “novedosas propuestas” como el “Pico y Placa” una nueva era anti evolucionista, en la cual tendremos que repetir y repetir los errores de otros hasta que en carne propia aprendamos la lección y así, desde una nueva pedagogía ciudadana perpetuar el principio de que “se marca a fuego lento algo para que quede eternamente en la memoria” (como diría F. Nietzche),”. O tal vez lo que debemos hacer es simplemente, junto con Alicia, asomarnos a la ventana para descubrir el mundo al revés.

En Brasil, referente obligado para quienes buscamos soluciones a los problemas urbanos de las ciudades latinoamericanas, de manera coloquial llaman “rodízio” a este sistema de pico y placa rotativo durante días completos, que ya ha sido completamente revaluado. Cabe recordar también que el “rodízio” es igualmente una costumbre gastronómica donde se degustan, rotativamente, múltiples y variadas clases de carnes, hasta que el comensal, arriesgo de su propio bienestar digestivo, deja de consumirlas.
Sí, lo que sucede es que cuando el rodízio no es de carnes sino de automóviles, el resultado es también indigestión o en términos de movilidad grandes congestiones. Está suficientemente estudiado que con estas medidas lo que resulta es un aumento del número de automóviles ya que hay quienes deciden comprar un carro adicional para alternar los días de restricción que se les asignan. Pero no solamente aumenta el parque automotor, sino que también, en busca de economía, las personas deciden vender su carro de modelo reciente para cambiarlo por dos de modelos antiguos y así, pretendiendo controlar la movilidad y la contaminación, lo que se hace es multiplicarlas por dos. Es apenas obvio que, por el desgaste del motor un carro antiguo, tiene mayores posibilidades de emitir más gases contaminantes a la atmosfera y por ende a los pulmones de los ciudadanos.

Lo que sucede quizás es que debemos “evolucionar”, en honor a C. Darwin, y analizar el problema desde otros puntos de vista, para así encontrar ahora sí nuevas respuestas a este.

Si entendemos que el problema no es exclusivamente el número de carros que circulan por la ciudad, sino también el estado de las vías y el deficiente servicio de transporte público masivo, centraríamos nuestros esfuerzos en implementar políticas públicas y acciones de planificación y mejoramiento del sistema vial, por un lado, y del sistema de transporte masivo por el otro. Claro está, todas estas acciones deberían ser acordes con los principios inamovibles de sostenibilidad económica y ambiental.

Pero hoy quisiéramos proponer otro análisis que centra nuestra atención en aspectos que parecen desconectados del problema. El Profesor Oscar Alfonso, economista especializado en temas urbanos, nos decía el otro día que el aumento de pasajeros en el transporte público y el aumento en el flujo automotor, también tiene que ver, entre otras cosas, con la puesta en vigencia de las reformas de flexibilización laboral impuesta por la Ley 80 en nuestro país. Curiosa pero imaginativa y creo acertada reflexión. La rotación aquí no es de carros, es de miles y miles de personas que anteriormente se desplazaban casi exclusivamente a un solo sitio de trabajo, pero que ahora, gracias a las leyes de ajuste laboral, tienen que movilizarse por la ciudad dos, tres y hasta cuatro veces más para poder percibir ingresos similares a los que antes tenían, pero en dos o más lugares de trabajo.

Desde este punto de vista, señor Alcalde, sería bueno pensar como forma alternativa una política de estabilidad laboral y equidad, para que los ciudadanos(as) puedan tener los mismos ingresos en condiciones estables y sin tanto desplazamiento por la ciudad.

Igualmente podríamos hacer análisis sobre la distribución territorial de los equipamientos educativos, de salud, recreativos y de servicios, haciéndolos equidistantes a los lugares de habitación de los usuarios y evitando los desplazamientos, a grandes distancias y en varias direcciones, que a diario tienen que realizar. Esta sería una tarea inaplazable en la revisión del Plan de Ordenamiento Territorial que está en curso en la ciudad.
Porque no pensar también en “pactos ciudadanos” donde se puedan ordenar los horarios de entrada y salida masiva de los estudiantes a los establecimientos educativos, los trabajadores a las empresas, fábricas y oficinas y los funcionarios públicos a sus puestos de trabajo y así contribuir con la disminución de los grandes flujos de personas a la misma hora. De paso, estoy seguro disminuiría el consumo de energía, contribuiríamos a apaciguar el calentamiento global, la contaminación del aire, la insalubridad de la población y la infelicidad, auspiciando mayores y mejores tiempos de ocio y libertad y paralelamente mejoraríamos la productividad de la ciudad.

No solamente vemos buses semivacíos en diversas horas del día, sino también establecimientos comerciales subutilizados, teatros, colegios, universidades, centros de atención a ciudadanos, parques, etc. Los comerciantes podrían concentrar sus esfuerzos en las horas en que realmente hay afluencia de clientes a sus establecimientos y en contraprestación la Alcaldía podría programar actividades educativas, recreativas, deportivas, culturales y, otras, en horarios en que los escenarios destinados a estas actividades están subutilizados o casi vacios.

Paralelamente se podrían implementar, por parte de los empresarios y directivos de las organizaciones, programas de capacitación, recreación, integración, investigación, formación ciudadana u otras, durante los días u horas en que estuvieran cerrados los establecimientos. La alcaldía podría ofrecer a quienes entraran en el pacto diferentes actividades complementarias para sus trabajadores, estudiantes y aún clientes, que servirían para compensar el esfuerzo y ahorro que estarían aportando a la ciudad. ¿Qué tal, digo yo, que organizáramos rotativamente, por zonas de la ciudad los días en que se abren los establecimientos comerciales, las plazas de mercado, los teatros, las oficinas de servicio público, etc., de acuerdo con una evaluación de los días y las horas en realmente asiste la gente y en las que a su criterio fueran más asequibles.

Alcalde atrevámonos a ser creativos, pensemos en hacer más bien rotaciones de actividades, a cambiar horarios, a buscar salidas nuevas, en fin a construir una cultura urbana y ciudadana que propenda a su vez por una convivencia ambiental, psicológica y económicamente sana y sostenible.

No digamos NO de manera inmediata y reactiva, atrevámonos a imaginar nuevas salidas, evaluémoslas, consultémoslas con la ciudadanía, estoy seguro que si abriéramos un buzón interactivo de propuestas a este y muchos otros problemas de la ciudad, tendríamos un banco de ideas inagotable y entre ellas soluciones viables, eficientes y eficaces. Con seguridad también la novedad de las propuestas sería una garantía de mayor cercanía a los deseos y anhelos ciudadanos. Finalmente con el mismo ánimo e intención inicial nos recuerda Eduardo Galeano que:

“Hace unos trescientos mil años la mujer y el hombre se dijeron las primeras palabras, y creyeron que podían entenderse. Y en eso estamos, en esos estamos todavía, queriendo ser dos, muertos de miedo, muertos de frío, buscando palabras”

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