miércoles, 13 de enero de 2010


LA PROPIEDAD DEL SUELO URBANO: UNA VERDADERA AGENDA ESTRATÉGICA PARA BOGOTÁ

De las 163.661 hectáreas que componen el territorio de Bogotá, 38.430 (el 23%) están clasificadas como urbanas, 122.256 hectáreas como rurales (75%) y 2.974 hectáreas como expansión urbana (2%). Con 73.773 hectáreas de suelo de protección localizado en cualquiera de las categorías anteriores.
Las proyecciones demográficas muestran que el suelo disponible para satisfacer el déficit actual de vivienda, más el requerido para los próximos veinte años, supera la oferta de las 5000 hectáreas pendientes por desarrollar al interior del suelo urbano, mas las casi 3.000 hectáreas de expansión.
Estas consideraciones ponen de manifiesto la necesidad de abordar el debate sobre la ciudad desde otros campos diferentes a los exclusivamente técnicos. Parece ser así que la discusión política, conceptual e ideológica se impone nuevamente como alternativa real a los grandes temas urbanos de la ciudad.
Más allá del debate, valido claro está, entre un modelo expansionista o un modelo de redensificación urbana para Bogotá, nos corresponde volver a poner sobre la mesa la discusión sobre la propiedad del suelo y los instrumentos y mecanismos normativos y financieros que harían posible la utopía socialista del suelo urbano como propiedad pública, porque cuando hablamos del “Derecho a la Ciudad” estamos definiendo una condición estructural, que no es otra que la propiedad del suelo requerido para garantizar dicho derecho tiene que ser pública e in enajenable. Esta consideración va más allá de consideraciones técnico urbanísticas y es ante todo un profundo debate político.
En primer lugar debemos desarrollar instrumentos que permitan revertir el proceso de la propiedad, sin causar traumatismos insuperables y que con una planeación sostenible y de mediano plazo haga realidad el propósito de la propiedad pública del suelo urbano antes referido.

Es así como proponemos algunas ideas preliminares para el debate:
- En tanto hoy en día la dinámica del mercado urbano se centra más en el uso del suelo y sus tratamientos y transformaciones, más que en el valor del mismo, proponemos que se incorpore un nuevo criterio tributario a través del cual los dueños de los predios puedan pagar impuestos prediales con cesiones de suelo a la ciudad. Así, un ciudadano (a), pagaría sus impuestos prediales en un período fijo de 25 años, cediendo la propiedad del suelo al Estado, mientras que este le garantiza, bajo una planificación concertada, los desarrollos y obras urbanísticas necesarios para satisfacer de manera integral sus demandas y necesidades con equipamientos habitacionales, culturales, educativos, productivos, recreativos, etc., apropiados.

- Igualmente los tributos adicionales por valorización o por transacciones comerciales en la compra y venta de inmuebles, o cambios de uso, o incorporación de suelo, o aumento de densidades (conocidos técnicamente como tributos de plusvalías) se cargarían al valor del suelo y se pagarían en una proyección en el tiempo similar a la arriba descrita.

Esto permitiría una verdadera planificación estatal en el crecimiento y desarrollo de la ciudad que no estaría sujeta a las fluctuaciones del valor del suelo y el mercado del mismo. Pero de otra parte permitiría a los inversionistas privados hacer operaciones comerciales de mediano plazo con criterios y reglas del juego claras y permanentes.
En segundo lugar, como el derecho a la ciudad es indivisible e imprescriptible, se impone una nueva consideración: la visión integral del derecho a la ciudad. Podemos así señalar entonces algunos otros criterios para garantizar esta visión integral del hábitat.
- Pagos de impuestos y plusvalías incorporando a las construcciones nuevas o a los mejoramientos, sistemas constructivos ecológicamente limpios tales como: tratamientos de aguas y desechos en la fuente no contaminantes como por ejemplo trampas de grasas a la salida de los edificios; mobiliario y equipamientos para la separación de desechos y el reciclaje de aguas al interior de la misma edificación; sistemas constructivos eco eficientes con materiales que economicen energía; utilización de materiales para la construcción que no pongan en riesgo la salubridad de los habitantes entre otros.

- De igual forma las cesiones de suelo para espacio público, para la protección de cuerpos de agua y ecosistemas estratégicos, para el desarrollo de la movilidad e integración urbana y para los equipamientos necesarios para una vida digna, integral, sostenible y en convivencia armónica, serán cargadas a los valores prediales asignados a cada predio y se pagarán con la sesión progresiva en el tiempo de la propiedad del suelo.

- Los constructores podrán pagar plusvalías ejerciendo su función constructiva en programas y proyectos de vivienda de interés social, de protección ambiental, de equipamientos públicos comunitarios, de mejoramiento habitacional, de apoyo al desarrollo científico y tecnológico en el campo de la construcción y afines, entre otros.
- Los habitantes pueden pagar tributos participando con su capacidad de trabajo física o intelectual en el desarrollo de programas y proyectos urbanos de infraestructura, desarrollo social, expresión cultural, protección ambiental, desarrollo económico, entre otros, como los antes referidos.

Todo lo anterior es un ejemplo simple de cómo se puede construir ciudad con dignidad, justicia y equidad, donde la ciudad es responsabilidad de todas y todos sin importar el nivel de especialidad de cada quien ni su condición social, cultural o económica. En pocos años podremos así ver realizada la utopía política y social de la propiedad pública del suelo urbano y la garantía plena del derecho a la ciudad

PICO Y PLACA ALCALDE: ES HORA DE QUE NOS ENTENDAMOS

“Hace ciento treinta años, después de visitar el país de las maravillas,
Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés.
Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo,
le bastaría con asomarse a la ventana”.
Eduardo Galeano


Este año se cumplen doscientos años del natalicio de Charles Darwin, el padre de la Teoría de la evolución, quien indagando sobre el origen de las especies nos enseñó que “la lucha por la existencia es inevitable debido a la rapidez con que todos los seres orgánicos tienden a multiplicarse”. Parece que en homenaje a él y en contravía con sus ideas, en Bogotá continuamos buscando soluciones al problema de la contaminación del aire y la movilidad en la ciudad, desdeñando las experiencias que otros han realizado en lugares diversos y nos negamos a aprender de sus aciertos y fracasos. Bueno, puede ser que estemos inaugurando, con “novedosas propuestas” como el “Pico y Placa” una nueva era anti evolucionista, en la cual tendremos que repetir y repetir los errores de otros hasta que en carne propia aprendamos la lección y así, desde una nueva pedagogía ciudadana perpetuar el principio de que “se marca a fuego lento algo para que quede eternamente en la memoria” (como diría F. Nietzche),”. O tal vez lo que debemos hacer es simplemente, junto con Alicia, asomarnos a la ventana para descubrir el mundo al revés.

En Brasil, referente obligado para quienes buscamos soluciones a los problemas urbanos de las ciudades latinoamericanas, de manera coloquial llaman “rodízio” a este sistema de pico y placa rotativo durante días completos, que ya ha sido completamente revaluado. Cabe recordar también que el “rodízio” es igualmente una costumbre gastronómica donde se degustan, rotativamente, múltiples y variadas clases de carnes, hasta que el comensal, arriesgo de su propio bienestar digestivo, deja de consumirlas.
Sí, lo que sucede es que cuando el rodízio no es de carnes sino de automóviles, el resultado es también indigestión o en términos de movilidad grandes congestiones. Está suficientemente estudiado que con estas medidas lo que resulta es un aumento del número de automóviles ya que hay quienes deciden comprar un carro adicional para alternar los días de restricción que se les asignan. Pero no solamente aumenta el parque automotor, sino que también, en busca de economía, las personas deciden vender su carro de modelo reciente para cambiarlo por dos de modelos antiguos y así, pretendiendo controlar la movilidad y la contaminación, lo que se hace es multiplicarlas por dos. Es apenas obvio que, por el desgaste del motor un carro antiguo, tiene mayores posibilidades de emitir más gases contaminantes a la atmosfera y por ende a los pulmones de los ciudadanos.

Lo que sucede quizás es que debemos “evolucionar”, en honor a C. Darwin, y analizar el problema desde otros puntos de vista, para así encontrar ahora sí nuevas respuestas a este.

Si entendemos que el problema no es exclusivamente el número de carros que circulan por la ciudad, sino también el estado de las vías y el deficiente servicio de transporte público masivo, centraríamos nuestros esfuerzos en implementar políticas públicas y acciones de planificación y mejoramiento del sistema vial, por un lado, y del sistema de transporte masivo por el otro. Claro está, todas estas acciones deberían ser acordes con los principios inamovibles de sostenibilidad económica y ambiental.

Pero hoy quisiéramos proponer otro análisis que centra nuestra atención en aspectos que parecen desconectados del problema. El Profesor Oscar Alfonso, economista especializado en temas urbanos, nos decía el otro día que el aumento de pasajeros en el transporte público y el aumento en el flujo automotor, también tiene que ver, entre otras cosas, con la puesta en vigencia de las reformas de flexibilización laboral impuesta por la Ley 80 en nuestro país. Curiosa pero imaginativa y creo acertada reflexión. La rotación aquí no es de carros, es de miles y miles de personas que anteriormente se desplazaban casi exclusivamente a un solo sitio de trabajo, pero que ahora, gracias a las leyes de ajuste laboral, tienen que movilizarse por la ciudad dos, tres y hasta cuatro veces más para poder percibir ingresos similares a los que antes tenían, pero en dos o más lugares de trabajo.

Desde este punto de vista, señor Alcalde, sería bueno pensar como forma alternativa una política de estabilidad laboral y equidad, para que los ciudadanos(as) puedan tener los mismos ingresos en condiciones estables y sin tanto desplazamiento por la ciudad.

Igualmente podríamos hacer análisis sobre la distribución territorial de los equipamientos educativos, de salud, recreativos y de servicios, haciéndolos equidistantes a los lugares de habitación de los usuarios y evitando los desplazamientos, a grandes distancias y en varias direcciones, que a diario tienen que realizar. Esta sería una tarea inaplazable en la revisión del Plan de Ordenamiento Territorial que está en curso en la ciudad.
Porque no pensar también en “pactos ciudadanos” donde se puedan ordenar los horarios de entrada y salida masiva de los estudiantes a los establecimientos educativos, los trabajadores a las empresas, fábricas y oficinas y los funcionarios públicos a sus puestos de trabajo y así contribuir con la disminución de los grandes flujos de personas a la misma hora. De paso, estoy seguro disminuiría el consumo de energía, contribuiríamos a apaciguar el calentamiento global, la contaminación del aire, la insalubridad de la población y la infelicidad, auspiciando mayores y mejores tiempos de ocio y libertad y paralelamente mejoraríamos la productividad de la ciudad.

No solamente vemos buses semivacíos en diversas horas del día, sino también establecimientos comerciales subutilizados, teatros, colegios, universidades, centros de atención a ciudadanos, parques, etc. Los comerciantes podrían concentrar sus esfuerzos en las horas en que realmente hay afluencia de clientes a sus establecimientos y en contraprestación la Alcaldía podría programar actividades educativas, recreativas, deportivas, culturales y, otras, en horarios en que los escenarios destinados a estas actividades están subutilizados o casi vacios.

Paralelamente se podrían implementar, por parte de los empresarios y directivos de las organizaciones, programas de capacitación, recreación, integración, investigación, formación ciudadana u otras, durante los días u horas en que estuvieran cerrados los establecimientos. La alcaldía podría ofrecer a quienes entraran en el pacto diferentes actividades complementarias para sus trabajadores, estudiantes y aún clientes, que servirían para compensar el esfuerzo y ahorro que estarían aportando a la ciudad. ¿Qué tal, digo yo, que organizáramos rotativamente, por zonas de la ciudad los días en que se abren los establecimientos comerciales, las plazas de mercado, los teatros, las oficinas de servicio público, etc., de acuerdo con una evaluación de los días y las horas en realmente asiste la gente y en las que a su criterio fueran más asequibles.

Alcalde atrevámonos a ser creativos, pensemos en hacer más bien rotaciones de actividades, a cambiar horarios, a buscar salidas nuevas, en fin a construir una cultura urbana y ciudadana que propenda a su vez por una convivencia ambiental, psicológica y económicamente sana y sostenible.

No digamos NO de manera inmediata y reactiva, atrevámonos a imaginar nuevas salidas, evaluémoslas, consultémoslas con la ciudadanía, estoy seguro que si abriéramos un buzón interactivo de propuestas a este y muchos otros problemas de la ciudad, tendríamos un banco de ideas inagotable y entre ellas soluciones viables, eficientes y eficaces. Con seguridad también la novedad de las propuestas sería una garantía de mayor cercanía a los deseos y anhelos ciudadanos. Finalmente con el mismo ánimo e intención inicial nos recuerda Eduardo Galeano que:

“Hace unos trescientos mil años la mujer y el hombre se dijeron las primeras palabras, y creyeron que podían entenderse. Y en eso estamos, en esos estamos todavía, queriendo ser dos, muertos de miedo, muertos de frío, buscando palabras”

HERNANDO GÓMEZ SERRANO

Psicólogo, Urbanista. Defensor de Derechos Humanos, Ex - Presidente de La Liga Internacional por los Derechos y la Liberación de los Pueblos - LIDERLIP. Candidato a la Alcaldía Mayor de Bogotá año 2.000. Precandidato por el Polo Democrático Alternativo PDA a la Alcaldía Mayor de Bogotá año 2.007. Alcalde de la Localidad de Chapinero de Bogotá en dos oportunidades. (1.998 a 2.000 y 2.005) Profesor Universitario. Conocido por sus caminatas pedagógicas diurnas (526) y nocturnas (531) por Bogotá, por más de 36 años y con cerca de 100.000 personas que han recorrido la ciudad con él. Investigador de temas urbanos, ambientales, comunitarios, culturales, territoriales, sociales y políticos de la ciudad de Bogotá. Miembro del colectivo “Colombianas y Colombianos por la Paz”